Carta a Zapatero
Una de las labores de cualquier Gobierno es hacer cumplir la Constitución
Señor presidente del Gobierno. Sé que anda ocupado con la cumbre del siglo de esta semana y que pronto termina su tiempo en la Moncloa. Pero ya que ha aprobado varios indultos en lo que le queda en el convento, me gustaría pedirle uno más para su último Consejo de Ministros. No es un banquero. No son dos empresarios que han defraudado 27 millones de euros. No tiene amigos poderosos, ni lobbies que le defiendan. Se trata de Miguel Montes Neiro, el preso más antiguo de España, encarcelado en 1976 por desertar del servicio militar y que desde entonces ha cumplido más de tres décadas entre rejas.
Montes Neiro tiene 61 años y lleva más de la mitad de su vida en la cárcel. Tras ser acusado de insumisión en los tiempos de Arias Navarro, acumuló otras condenas por motines, por fugarse y por varios atracos; ningún delito de sangre. Está enfermo. Padece de hepatitis, tiene un tumor testicular y sufre problemas en el riñón por una reciente paliza que recibió en prisión.
No me gustan los indultos. Son injustos por naturaleza, como cualquier decisión arbitraria. Creo que es un privilegio medieval, una herencia absolutista de cuando los ciudadanos éramos propiedad del rey y nos llamaban súbditos. Pero también creo que una de las principales labores de cualquier Gobierno es hacer cumplir la Constitución, y en ella queda claro (artículo 25.2) que la política penitenciaria "estará orientada hacia la reeducación y reinserción social". Es obvio que esa política ha fallado en este caso: el de un hombre demolido, carne de presidio, que se ha pasado toda la democracia en la cárcel. Montes Neiro no es inocente. Pero nuestro sistema penal, el de las condenas más duras de Europa, es también culpable.
Montes Neiro tiene 61 años y lleva más de la mitad de su vida en la cárcel. Tras ser acusado de insumisión en los tiempos de Arias Navarro, acumuló otras condenas por motines, por fugarse y por varios atracos; ningún delito de sangre. Está enfermo. Padece de hepatitis, tiene un tumor testicular y sufre problemas en el riñón por una reciente paliza que recibió en prisión.
No me gustan los indultos. Son injustos por naturaleza, como cualquier decisión arbitraria. Creo que es un privilegio medieval, una herencia absolutista de cuando los ciudadanos éramos propiedad del rey y nos llamaban súbditos. Pero también creo que una de las principales labores de cualquier Gobierno es hacer cumplir la Constitución, y en ella queda claro (artículo 25.2) que la política penitenciaria "estará orientada hacia la reeducación y reinserción social". Es obvio que esa política ha fallado en este caso: el de un hombre demolido, carne de presidio, que se ha pasado toda la democracia en la cárcel. Montes Neiro no es inocente. Pero nuestro sistema penal, el de las condenas más duras de Europa, es también culpable.