"Nadie se va a lucrar con mis 20 euros, son para ayudar a Haití. Pero mi banco si se lucra. Que vergüenza. !Es indignante!\

La banca sólo ve en el desastre una oportunidad más de negocio. Cobran vergonzosas comisiones cada vez que un trabajador ingresa una pequeña cantidad de dinero en una cuenta de ayuda a Haití


El título de la última entrega de Tarantino -donde un grupo de jerarcas nazis son esos "malditos bastardos" que se convierten en objetivo de un enloquecido grupo suicida- parece concebido para definir la actuación de la gran banca ante el terremoto de Haití. Si toda la población nos hemos conmovido ante la tragedia del pequeño país caribeño, los Botín y cia sólo han visto en el desastre una oportunidad más de negocio.

Y se han entregado a ella cobrando vergonzosas comisiones cada vez que un trabajador, parado o pensionista ingresaba una pequeña cantidad de dinero en una cuenta de ayuda humanitaria.

Cuando Nuria Bravo fue consciente del atraco, estalló dando rienda suelta a la ira: "¡Esto es una vergüenza! He hecho una transferencia de 20 euros solidarizándome con Haití y me han cobrado una comisión. Nadie se va a lucrar con mis 20 euros, son para ayudar a gente. Pero claro, mi banco si se lucra. Que vergüenza. !Es indignante!". 

Diversas asociaciones de consumidores, como Facua-Consumidores en Acción y Ausbanc, han denunciado que los bancos cobran comisiones de entre 2,25 y 5 euros por cada transferencia a una cuenta humanitaria. 

Y han exigido que el gobierno tome cartas en en asunto "para evitar que la cooperación internacional ante catástrofes como la sufrida por el pueblo haitiano suponga un negocio para el sector financiero".

El presidente de la patronal bancaria ha afirmado que estas comisiones no son rentables, ya que "dan poco dinero y crean mala imagen". 
Pero el vampiro no sabe hacer otra cosa que chupar sangre. Esa es su naturaleza. Y cuando a la banca se le presenta una oportunidad de negocio, cualquier otra consideración es absolutamente secundaria.

La banca española no deja de sorprendernos. Cuando pensábamos que, con los multimillonarios beneficios en plena crisis, su afán de expolio había tocado límites, nos demuestra que todavía es capaz de actuaciones más deleznables.

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