Nadie escarmienta, nada cambia

Cuando Poco Zeta fue invitado por Sarkozy a la reunión del G-20 en Nueva York, padecimos un chaparrón de declaraciones sobre la inminencia de la substitución del capitalismo financiero mundial por un sistema más justo y humano. Palabra de socialistas y de Obama, que aún no mandaba. Era la buena nueva del Nuevo Orden.

 

Pero no sólo del Nuevo Orden, sino con su ámbito incluido: Nuevo Orden Mundial. O sea, cuando se nos habló de globalización, la cosa parecía algo tan inocente como hinchar globos: globalizar. Luego no fue exactamente así, porque pudimos ver –los que miramos- que las grandes finanzas habían ocupado la mayor parte del universo conocido y contaban con el ejército más poderoso para ir sometiendo a la parte aún no doblegada y con la colaboración silenciosa de muchas otras naciones globalizadas. No por necesitar los ejércitos sino para escarmentar.

 

De hecho, después de que Poco Zeta hiciera a nuestras fuerzas reducidas abandonar el Irak hace cinco años, salió de la cumbre del G-20 en Londres, no sólo admirado de Obama sino comprometido a enviar más fuerzas al Afganistán. Manda quien manda. También había repartido dinero entre la Banca, esa antigua enemiga del socialismo. O sea, como hizo Obama el Bienamado.

 

La Vicepresidente, que a lo mejor es más roja que Poco Zeta, o sabe mejor en qué consiste la rojez, intervino al día siguiente y, gracias a su don de la marrullería, resultó que, al final, no irían más que ocho hombres más a la guerra de paz.  Más tarde la señora ministra de las guerras sin dientes confesó que irían mil y pico, pero no todos porque no quedaban euros ni para mantener tan lejos a un regimiento más. Para los sindicatos, sí, gran apoyo.

 

Nuestra banca –que la llaman española y la más robusta- está publicando sus beneficios trimestrales. Que son abundantes. Bancos hay que han recogido más de dos mil millones en un trimestre. Pero se quejan. Y nótese que no hay bancas nacionales, porque estamos globalizados aunque no se mencione tanto como antaño.

 

O sea, la crisis tras la globalización ha sido un buen sistema para  recuperar todo lo que los grandes capitales gastaron en globalizarnos, más otro tanto en forma de dádivas de los estados favorecidos y ocupados por el gran capital. Además, para quitarse alguna competencia desleal de encima. Cuando la crisis se de por terminada, sin que ningún banco autorizado haya perdido dinero de verdad, sino un pequeño margen de los beneficios que esperaban, se podrá saber quiénes hicieron la crisis simplemente contando los bancos y las finanzas que hayan sobrevivido y crecido.

 

Jauja. Y socialismo "jaujoso," si puede expresarse así, convertido, a pies juntillas, en Liberal Socialismo, o sea, como predicó hace poco Poco Zeta, el Nuevo Orden, que debía ser el nuevo socialismo, entregado a sus habituales despellejamientos del pueblo.

 

Tal parece que la buena gente y los buenos rojos no interpretaran adecuadamente el aviso claro que la Crisis hacía de la dominación mundial. Por eso, a lo mejor, nos han dado con la gripe en los televisores y en la prensa.  Véase que el número de enfermos es bajo, por muy porcina que sea la presunta falsa pandemia. La gripe villana, sin nimbre propio, acostumbra a matar a cuarenta mil europeos anuales, como buena colaboradora de la eutanasia. Pero esta epidemia, tan voceada, no parece dispuesta a matar demasiado, si no la ayudan.

 

Es decir que cuando cuarenta mil mueren todos los años, sin merecer especial alboroto de la información, se arma un revuelo con apenas cien muertos –dicen que cien- en Méjico y un niño –mejicano- en Nueva York. ¿O sea, ¿entendemos esta vez el mensaje de la dominación?

 

Léase así: quien globaliza la información, o sea, quien tiene la información masiva y absoluta, puede echar abajo a una nación de cien millones de habitantes. ¿Qué no hará con una de cuarenta y cuatro, medio moros y más crédulos? Ya se ve bien: No hacen falta ejércitos ni misiles ni nada. Basta extender una noticia, convenientemente exagerada y alarmante, para cargarse su comercio exterior, e interior, porque ni al restaurante dejan ir. El miedo no es libre, como a veces decimos, sino esclavista.  Para llevar a la bancarrota al sector turístico, al de las comunicaciones y otros muchos. Para someter a la nación atacada a un bloqueo bastante más grave que el pseudo de Cuba.

 

Basta con sustituir a los muertos con bala por los muertos de hambre y de angustia. Es decir que Méjico es una muestra de lo que nos puede suceder a todos si andamos remisos. Y quizá si no sacamos de la vista las cruces.

 

Veamos, pues: ¿habrá escarmentado bien Poco Zeta y sabrá ya que lo han rebajado a subgobernador de España? No consta su perspicacia, pero seguramente en alguna logia se lo habrán explicado. Y más le vale, porque un día puede aparecer otra gripe que sólo afecte a los socialistas, y eso sería el fin absoluto del PSOE.



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