EL ESTADO TERRORISTA

El estado terrorista que nos oprime acaba de cerrar uno de sus centros de
genocidio, la abortista "clínica Mayrit". El motivo: su falta de
rentabilidad.

Quiero volver sobre la frase anterior, para analizarla en profundidad. El
estado terrorista no es una exabrupto que pueda surgir de quién está harto
de actuaciones perversas por parte de las autoridades, sino de la
constatación de hechos que inducen a pensar que, efectivamente, la actuación
del estado está en connivencia con una actividad terrorista estructurada
para la destrucción de todos los principios sociales que, paradójicamente,
condujeron a la creación de se mismo estado.

Para concebir una actuación terrorista, no podemos limitarnos a una
concepción sesgada del término. No podemos circunscribirnos, cuando
calificamos el terrorismo, a la acción directa de éste, sino al espectro de
actuaciones que lo posibilitan.

Así, desde la amnistía a terroristas, el trato amigable con los mismos, la
legalización de instituciones dedicadas al asesinato (como es el caso de las
clínicas abortistas), las políticas anti-vida, determinan la concepción de
quién tal hace como elemento terrorista, y es que, según la primera acepción
del diccionario de la R.A.E., terrorismo es "dominación por el terror", y su
segunda acepción, "sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir
terror", siendo terror un "método expeditivo de violencia revolucionaria y
contrarrevolucionaria".

¿Y qué es el aborto sino un acto de violencia expeditivo?

Determinado que el estado es terrorista, debemos inferir que nos oprime,
máxime teniendo en cuenta que el terror está sustentado por las leyes de ese
mismo estado.

Pero es que la situación es todavía peor, porque si inaceptable es el
terrorismo en cualquiera de sus motivaciones, el terrorismo por cuestiones
económicas es, si cabe, aún más deleznable, porque si el terrorismo anula
cualquier justificación, el terrorismo por cuestiones económicas es
doblemente terrorismo. Y éste es el caso en que nos encontramos. Se cierra
un instrumento de acción del terrorismo; se cierra una clínica abortista,
del genocidio, no porque se haya descubierto que la misma es antihumana,
sino porque se ha descubierto que no es rentable económicamente.

Y es que, para el estado opresor, las personas no somos sino elementos de
producción necesarios para su propia subsistencia, hasta el extremo que en
las empresas, el departamento que antes era conocido como "de personal", hoy
es conocido en términos económicos como "de recursos humanos". Pura
economía.

Y la sociedad, en su conjunto, se ha convertido en un dócil redil de
borregos que ha aprendido bien la lección que indica una mentira; a saber:
que no se puede hacer nada.

Y sí se puede hacer algo; costoso, difícil, pero sí se puede hacer algo: ser
libre. y actuar en consecuencia.

Cesáreo Jarabo

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