Los mercados creen que España necesita un rescate total y Europa mira a otro lado


Grecia no era el problema o, al menos, no era el único problema y así lo han demostrado este lunes la prima de riesgo y el Ibex. La primera escalaba a las 14.35 horas a un récord histórico desde la introducción del euro de 583,2 puntos, con una rentabilidad del 7,239%. El selectivo se desplomaba un 2,96% al cierre del parqué madrileño y retrocedía a los 6.519,9 puntos, regresando a mínimos desde mayo de 2003. En medio de esta agonía, se han sucedido los llamamiento al BCE para que intervenga. 
Luisa Galván. 19.06.12. Desde el Gobierno, Cristóbal Montoro le ha pedido que actúe "con toda firmeza" en defensa del euro. Desde la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba le ha reclamado que frene los ataques de los especuladores. Pero ni el BCE ha dado señales de querer pasar a la acción ni los máximos dirigentes comunitarios han enviado señales de que estén dispuestos a abandonar 'el tiempo de la retórica' –como lo ha llamado el líder socialista- y adentrarse en el terreno de las decisiones. En la rueda de prensa ofrecida en Los Cabos, México, antes de la cumbre del G-20, ni Barroso ni Van Rompuy han lanzado algún mensaje que disipe la desconfianza que sigue provocando España entre los inversores. Es más, el presidente de la Comisión ha dicho que Bruselas está a la espera de que el Gobierno español presente formalmente la petición de rescate para la banca, lo que sin duda no contribuye a despejar el panorama. Y ha sacado a relucir el temor a que la deuda financiera acabe contaminando a la deuda soberana española, una reflexión que tampoco parece que vaya encaminada a tranquilizar a los mercados.
Barroso cree que el hecho de que la asistencia se conceda al Estado español y no directamente a los bancos, lo que significa que computa como deuda pública, es lo que está provocando una reacción negativa de los mercados, que ha llevado a máximos la rentabilidad de la deuda y la prima de riesgo. Y ha explicado que "la Comisión Europea está a favor de un sistema que evite en la medida en que sea posible cualquier tipo de contaminación entre deuda financiera y deuda soberana, porque creemos que éste es uno de los problemas que puede tener un impacto negativo en términos de reacción de los mercados".
Y por si todo ello no bastara para desanimar a los inversores, el presidente de la CE ha dicho que Bruselas está a la espera de que España haga una "petición formal" de la ayuda para abrir un proceso de conversación con los Estados miembros para ejecutar la ayuda "de la mejor manera" aunque, ha insistido, "todavía no estamos en disposición de decir cómo". Es decir, que diez días después de que el Gobierno de Rajoy diera la campanada solicitando al Eurogrupo el rescate financiero, manteniendo una serie de incógnitas que anularon el efecto positivo que el Ejecutivo esperaba que tuviera su petición de ayuda, seguimos exactamente igual o peor porque la incertidumbre prolongada en el tiempo es el principal factor que está jugando en contra de nuestros intereses. Y Barroso se ha encargado este lunes de recordarlo.
Entre los detalles del rescate a los bancos que debe desvelar cuanto antes el Gobierno español figura la cuantía del mismo tras las auditorías de Oliver Wyman y Roland Berger, a qué entidades irá destinado, si será  un préstamo en forma de CoCos -los bonos convertibles contingentes- o se inyectará directamente como capital -de lo que dependerá que el rescate lo devuelvan los bancos implicados o el contribuyente- , si el dinero lo prestará el fondo de rescate EFSF o el nuevo mecanismo de estabilidad, ESM- y las repercusiones que tendrá en los tenedores de deuda española.
Montoro apremia al BCE y Guindos se lamenta
Así las cosas, no es de extrañar que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, haya calificado la situación de "crítica" y "crucial". El titular de Economía, Luis de Guindos, ha optado por las lamentaciones, quejándose de la injusticia que supone el acoso de los mercados y afirmando que el "castigo" que sufre la prima de riesgo española no se corresponde con los esfuerzos ni con la potencialidad de España. De Guindos se ha mostrado convencido de que "en los próximos días o semanas" los mercados lo reconocerán y ha asegurado que "España es un país solvente". Una vez más, ha subrayado los esfuerzos para reducir el déficit público y aprobar reformas estructurales y ha querido dejar claro que el país tiene potencialidad de crecimiento y de corregir sus desequilibrios.
Una opinión, la del ministro De Guindos, que no comparte la mayoría de los analistas. El alivio proporcionado por la victoria de los partidos moderados en Grecia ha durado poco, y, tal y como explica el departamento de análisis de Bankinter, cabe esperar que el "sufrimiento" en el mercado de deuda soberana se prolongue a lo largo de todo el verano. El jefe de la mesa de deuda de Ahorro Corporación, Javier Ferrer, atribuye la subida puntual del interés del bono español a que se mantiene la desconfianza hacia España.
Desde fuera, aclara, se tiene la impresión de que los mercados han cerrado la puerta a la financiación de España, algo que sólo puede remediar el Banco Central Europeo (BCE) con la reanudación de las compras de deuda soberana europea que comenzó en agosto de 2011 y dio por finalizada en febrero de este año. En este sentido, desde Bankinter apuntan que la herramienta que permite ganar tiempo y reduce la tensión a corto plazo es sin duda el BCE, mediante inyecciones de liquidez "en sus distintas variantes".
Prueba para el Tesoro en un momento de máxima tensión
De momento, el Tesoro se enfrenta esta semana con dos pruebas que pueden ser definitivas para medir la vulnerabilidad del país. España quiere colocar hasta 5.000 millones en dos subastas, una este martes y otra el jueves. Para la primera, el objetivo fijado oscila entre un mínimo de 2.000 millones y un máximo de 3.000 millones en letras a 12 y 18 meses. Las cosas se complican porque no sólo el bono a diez años ha sufrido estos días. La deuda a dos años, el bono a dos años, ya alcanza el 5,5%. Es una cifra alta aunque todavía no llegue al máximo histórico del pasado mes de noviembre del 6%, ni tampoco al 7,5% que tocó el bono italiano a corto plazo a finales de 2011.
A principio de junio, se colocaron algo más de 2.000 millones en bonos a dos, tres y diez años. Las tensiones en el mercado de deuda ya se habían desatado y al Tesoro no le quedó más remedio que elevar los intereses a los niveles de noviembre del año pasado. Y eso a pesar de que el objetivo de colocación era el más bajo desde que comenzó la crisis financiera.
Ahora, todas las miradas están puestas en el BCE, que lleva más de tres meses sin comprar deuda soberana. Pero su presidente, Mario Draghi, no parece dispuesto y avisa de que lo que necesita Europa son decisiones políticas que la encaminen hacia una mayor unión fiscal y bancaria.





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