La Ley del Todo Vale

La Vicepresidente Mari Tere, con esos movimientos tan sinuosos que tiene, andaba en Valencia como una Gorgona. Por afinar mejor, como una sociata mixta de Gorgona y Némesis. Se trataba de echar leña al fuego electoral y de excitar al avispero para que afilara el aguijón.

 

Las consignas de los cerebritos son sencillas: la crisis es cosa de Bush, de Aznar, de Rajoy y, en general, de la hipócrita derecha, que hay que ver qué gente, siempre al servicio de la banca. Lo demás, en trance de mitin, consiste en la unidad de voz, de argumento plano, que explique cómo es de verdad el mundo, o sea, el Prestige, la foto de las Azores, la Guerra Ilegal en que los malos nos metieron y que, al ser tan malos, siempre van contra los derechos, como, por ejemplo, hurgar en el útero fecundo de la mujer y en la propiedad de los cuerpos y en lo que con ellos se hace. ¿Qué se han creído? Hipócritas, que ellos también tienen útero y trompas de Falopio y, si no lo tienen, peor, porque son hombres, esas bestias peludas y desobedientes. Tan embalados van que casi no insultan a Franco.

 

Con esto se ganan elecciones. De antiguo se ha llamado propaganda negra que hoy, seguramente, es subsahariana. Y los nuevos conocimientos asumidos por el marketing de la historia: quien de verdad puede cambiar el mundo, los horarios, las costumbres, la cosa del Chichi, es la mujer. Es la revolución de la mujer la que lo cambia todo, porque la mujer es pacífica en el sentido de que no da porrazos, pero hay que ver cómo manda dentro y fuera. Si la mujer se revoluciona, dado que la revolución pasa por donde pasa, el  mundo se carga de hijos, es decir, la seguridad social gasta más y, por tanto, hay que darle el mecanismo de libertad financiera que es el aborto. Miren el pánico de la industria de la corsetería cuando vino la moda "sin sostén" y, luego, para que no se notaran las costuras por debajo de los vaqueros a presión, "sin bragas."

 

Abortar es derecho, parte de esas "libertades" irrenunciables. Y, además, ¿para qué tener hijos, si se los llevará la derecha a cualquier guerra ilegal, como la de Irak? Porque la de Afganistán, aunque con más muertos, no es guerra sino paz; y la primera del Irak, adonde nos llevó Felípez, era legal y, además, fuimos en barco.

 

O sea que, descontado el capítulo de la furia de la mujer despechada, o destetada y sin colágeno de confianza, parece que las elecciones europeas sean para el advenimiento del aborto a caño libre. Y se dice "caño." De ahí que alguna derecha y no poca derechota haya decidido que esta furia abortiva que les ha entrado es una cortina de humo, un tupido velo, que permita vencer en las europeas, demostrando así que el Urumea pasa por Valladolid y el Pisuerga por San Sebastián. Si el pueblo, vox Dei, no castiga a Zapatero, será la demostración de que es inocente en esto de la crisis. Una víctima más. Tal como anda diciendo Obama también.

 

Claro que eso no explica por qué el aborto es tan imprescindible en las sociedades democráticas. Tan urgente. Tan de derecho para el compuesto XX. Porque hay muchos gobiernos de derechas que también abundan en su necesidad. El mismo PP, cuando era gobierno aquí, en Madrid,  no movió una coma de la ley esa. ¿No será que los que tutelan las democracias y le sacan brillo a los bolsillos ciudadanos, andan, desde el siglo XIX, muy convencidos de las teorías de Malthus, tan alarmantes, y quieren despoblarnos un poquito para estar más anchos y más sueltos?

 

Los socialismos, por otro lado, siempre han sido expertos en la despoblación, ya en píldora, en mesa de ginecólogo o a mano. Véase el Partido Socialista al que, un día, Lenin decidió llamar Partido Comunista. Óiganse las cosas que  hicieron los Socialismos Nacionales. Compruébese que de eso, además, sale buen dinero para la libertad, porque no hay libertad sin pasta.

 

Con la información disponible (y disponida, por así decir) no es fácil distinguir si eliminar humanos, para aliviar a la Naturaleza y que sobrevivan los gorilas de montaña, es cosa ecológica o parte de la clásica obsesión sectaria de siempre.

 

Algo habrá mal calibrado cuando la señora Aído –licenciada en dirección de empresas- supone que lo que carga una mujer embarazada no es humano hasta que han pasado bastantes o todas las semanas del compromiso con la biología. O sea, bien se ve que a la sociedad socialista y a la felicidad obrera sólo se puede llegar con la matanza de fetos, de los que siempre se pueden sacar células madre, que también son negocio.

 

Lo que nos pasa es que planteamos la lucha desde aspectos morales que ya han cuidado de anestesiar los inmorales. Y desde asuntos religiosos, que ya hay autobuses que niegan la existencia de Dios por sí mismos. Empiezan a abundar demasiados y demasiadas poco o nada interesados en valorar las vidas desde lo abstracto, tal "moral" o "Dios." No les afecta, pues, lo que les cuentan los otros.

 

Pero a estas gentes que no creen en abstracciones les han dado un credo nuevo y progresista: Que no hay que interferir en las cosas de la Madre Naturaleza, que es muy sabia, sino dejar que ella misma se organice y nos vuelva a dar un mundo limpio, harmónico, lleno de sutiles equilibrios entre bichos y hortalizas. Y así se nos irá de encima el bujero de ozono y no se nos fundirán los icebergs, o sea, las montañas de hielo.

 

Y ahí es donde, gracias a las Furias, a las Gorgonas, a las Némesis y a las Parcas modernas, se encuentra el argumento definitivo que puede convencer a abortistas, ecologistas, verdes, catastrofistas y modernísimos en general. Si es que son lo que dicen ser y no engranajes de la maquinaria maltusiana.

 

O sea, abortistas míos y mías, ¿cómo os atrevéis a ir contra Natura? Parece que han muerto, en total, como mil millones de nonatos, más los natos que se perecen de hambre. Cantidad que convierte al "género femenino" en el más letal de la historia.

 

No es que los números importen demasiado, claro. Lo que importa es que, con prácticas así, se han arrebatado a la evolución mil millones de dobles hélices, de modo que la Evolución andará coja sin saber pa dónde tirar. Porque la Evolución es asunto de Combinatoria.

 

Cómo tantos evolucionistas han dicho a cuenta de guerras, de clones y de semillitas transgénicas, es una barbaridad poner la Evolución (cosa natural) en manos del hombre y de la mujer. O sea, la van a parar y entonces no sabremos si, en lo futuro, nos iban a nacer alas de ángeles o de demonios, o si las nalgas nos llegarían al cogote.

 

Este es el asunto, compañeros: El aborto no es ecológico. No es ni siquiera verde, aunque remiende verdulerías. Substituye a la  naturaleza por el humano, y ya sabemos que el humano, además de meterse en guerras ilegales en las Azores, inventó el condón para privar a la selección natural de su trascendente trabajo. ¿Cómo no temer que no sigan apareciendo, en este valle de lágrimas, mujeres más y más bellas, etéreas como sonrisas y fundamentales para el negocio del tiempo libre y de la publicidad? ¿O creyentes de la no-creencia? A más aborto, menos socialistas. Se están cavando la extinción con los legrados.

 

¿Se paga eso con un escaño en Bruselas?

 

Arturo ROBSY

 

P.D. El Feto, despojado de la palabrería legal que le da el ser actual,  significa Parto, Cría. De la misma raíz de Hijo, que Hembra, que Fecundo y que Pezón: este es un mensaje para los dos de Aído.

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